miércoles, 8 de febrero de 2012

SONETO


De penas tengo en mi pecho un rebaño,
con insomnio y angustias lo apaciento,
y que engordará pronto, lo presiento;
de sus barbas y cuernos no me extraño.



Corazón que no ve, no sufre daño,
así pues, mi ceguera yo acreciento;
no me resfría del rumor el viento,
pues mi amada me abriga con engaño.

Para dormir no cuento cabritos, cabrones
es lo que cuento, rico ganadero
me vuelvo,  pues, y olvido las traiciones

que más bien maritales tradiciones
deben llamarse, excepto por el "pero"
de carecer de mejores opciones.

Rubén Vázquez Narváez


Número 1 Abril-Junio 1993 (Revista de Literatura Scriptorium)

No hay comentarios:

Publicar un comentario