Scriptorium: ¿Cómo defines a la crítica literaria, como crítico que eres?
Evodio Escalante: Para mí, la crítica literaria es una intervención en la realidad, pero una intervención en la realidad de los textos. Es abrir un espacio entre el texto literario y el lector. Creo que el crítico está haciendo un trabajo de intermediación, que justamente consiste en ubicarse en ese punto intermedio, punto muy móvil, muy dinámico, entre lo que es el texto y lo que es la mirada del lector; y creo que, en ese sentido, se podría decir también que la crítica literaria es una especie de desdoblamiento del texto, una escritura al cuadrado, por decirlo así. Un poco siguiendo lo que establece Roland Barthes en su libro Crítica y verdad, que es justamente donde él establece ciertos principios con respecto a lo que es la crítica.
Evodio Escalante: Para mí, la crítica literaria es una intervención en la realidad, pero una intervención en la realidad de los textos. Es abrir un espacio entre el texto literario y el lector. Creo que el crítico está haciendo un trabajo de intermediación, que justamente consiste en ubicarse en ese punto intermedio, punto muy móvil, muy dinámico, entre lo que es el texto y lo que es la mirada del lector; y creo que, en ese sentido, se podría decir también que la crítica literaria es una especie de desdoblamiento del texto, una escritura al cuadrado, por decirlo así. Un poco siguiendo lo que establece Roland Barthes en su libro Crítica y verdad, que es justamente donde él establece ciertos principios con respecto a lo que es la crítica.
Luego es también lo que le critican al crítico, que lo único que hace es como parafrasear o extender algo que ya está en la obra literaria. Y de ahí también los frecuentes comentarios de que el crítico es un parásito, ¡por supuesto! es un parásito, pero, en el sentido que viene después de... El crítico no puede ejercer su función si no hay una realidad previa que es una obra literaria. Pero creo que ya, digamos, en la turbamulta de los discursos, en la espiral de los discursos, el crítico también interviene en la obra de alguna forma porque el escritor está pensando en el crítico. Claro que esto es muy difícil de seguir, algo muy difícil de documentar: cómo el crítico influye en la escritura; pero sin duda, tiene que haber una relación.
S: ¿Cuáles son los objetivos de la crítica literaria?
E.E. Yo creo que son objetivos múltiples que tienen que ver desde el trabajo antológico, digamos de selección, de valoración, de reubicación de un conjunto de obras; de ese trabajo que yo digo antológico porque significa reunir ...delimitar parcelas, decir quién tiene que estar dentro de esa parcela y quién no, qué obras entran, qué obras no entran, definir espacios, lograr quizá definir los gran des géneros, hasta un trabajo de pica y zapa, digamos, de decir: "no, miren esta obra que parece tan bella, pues no tiene cimientos, se va a caer, es una obra de plástico", por decirlo así; que también es la tarea del crítico, decir por qué no funciona una obra literaria, por qué no sirve. Explicar, claro, dentro de un lenguaje que debe tratar de ser argumentativo, para que no se piense que es un ataque de tipo personal.
Para mí, la gran prueba del crítico está sobre todo en el momento de lo negativo.
Porque decir que una obra literaria es buena y que qué padre, eso lo puede decir cualquiera. Puede ser parte de un trabajo de relaciones públicas, hablar bonito de todo no cuesta mayor dificultad y tampoco te acarrea problemas de relación. En cambio, cuando tienes que decir que algo no te gustó, ahí creo que es donde se prueba el temple del crítico. Y además, pues sí creo que lo negativo para mí es el punto nodal del crítico literario, porque es ahí donde se prueba si tienes una capacidad para criticar, digamos: si todo mundo dice (por decir algo) que La Campaña, de Carlos Fuentes, es una gran obra, pero tú piensas que no, ahí está el valor tuyo como crítico, que te atrevas a decir que no te gustó el libro, incluso yendo en contra de la corriente establecida; yo creo que es ahí donde se prueba el temple del crítico, pues ahí te estás jugando tu existencia como crítico.
Pero yo creo que la tarea del crítico es justamente, si lo decimos en forma paradójica: equivocarse; además no hay un gran crítico que no se haya equivocado, y bueno, tienes que arrastrar también con esa culpabilidad que en un momento dado se te puede atribuir. Me imagino al crítico que leyó el manuscrito de La búsqueda del tiempo perdido, de Proust, y que dijo que no servía; o se dice que la editorial Era rechazó Cien años de soledad, de García Márquez, ¿tremendo no? O es el caso de Emmanuel Carballo que dictaminó negativamente Los Albañiles de Vicente Leñero.
Yo creo que el mejor crítico se puede equivocar y que no hay que tener miedo a equivocarse. Es justamente lo que hace falta mucho frente a los discursos impersonales, los discursos de la ciencia que hablan en "se dice, se piensa" pero siempre en el plano impersonal; hay que decir "yo". Creo que también esa es una tarea que le corresponde al discurso crítico, poder decir: yo pienso, yo creo. ¡Claro me puedo equivocar! y se me puede echar el mundo encima y decirme qué pésimo lector soy, pero bueno, me estoy arriesgando, es lo que yo he encontrado y es lo que yo estoy defendiendo frente a esos discursos impersonales que no asumen ninguna responsabilidad, esos discursos de la ciencia literaria y la semiótica, así en abstracto, del formalismo !o de lo que tú quieras! Hay que rescatar el valor del yo dentro de la enunciación.
S: ¿Crees que existe una tradición de crítica literaria en México?
E.E. Sí, yo creo que sí existe, si pensamos además que muchas veces la mejor crítica la han hecho también los creadores. Pero pienso que de una manera intrínseca no hay creación literaria de calidad que no esté acompañada de algún ejercicio crítico. Creo que la crítica empieza en el momento mismo de escribir. El poeta, el novelista en el momento que tacha algún renglón, está ejerciendo la crítica; es una crítica silenciosa, hacia dentro de la creación y que no trasciende, que no tiene por qué trascender al lector, solamente ya cuando se publican los papeles póstumos y cotejas con las ediciones comunes. Por decir algo, los Poemas humanos, de Vallejo, ahí te puedes dar cuenta justamente de cómo está trabajando el crítico que hay dentro del poeta. Escribes una línea, pero, pues le cambias el orden a las palabras, una palabra no te gustó la tachas y pones otra en su lugar, cambias el orden de los versos, lo que estaba al principio lo pones al final o lo mueves a en medio. Todo eso es trabajo de un crítico, pero es uno invisible. No puede haber creación literaria si no hay ese aspecto invisible de la crítica.
S: Pero también hay una crítica "externa".
E.E. Sí, claro. Pero digamos, simplemente en el siglo XX mexicano, la generación del Ateneo es una generación crítica, excelentes creadores pero que también tenían una gran capacidad de crítica: Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, etc. Y en todos ellos lo podemos ver. Entonces sí hay una tradición crítica muy arraigada en México.
Pero si menciono al Ateneo de la Juventud, hay que mencionar después a los que en un principio se calificaron a sí mismos como Nuevo Ateneo de la Juventud, y habría de dar lugar al grupo Contemporáneos, que también es un grupo eminentemente crítico. Y bueno, luego nos seguimos con Octavio Paz, de la generación de Taller. Sobre todo en Paz se da esa conjunción del excelente crítico literario y al mismo tiempo el excelente creador, y así nos podríamos seguir hasta la actualidad.
Yo diría que hay una gran proliferación de la crítica, con sus lados muy sólidos y sus lados endebles. Pero basta ver la gran cantidad de revistas y suplementos culturales que existen en el país, para darnos cuenta que la crítica está vivita y coleando, y que hay mucha crítica y yo creo que es bueno que exista de todos los tonos y de todos los niveles desde la reseña hasta el ensayo, porque son parte de la vida de la crítica, que también es parte de la vida literaria, porque volviendo a esta tarea primordial, yo creo que gran parte de la crítica es como una especie de oxígeno que la planta literaria necesita para poder crecer mejor y que, aunque luego no reconocemos el valor de la crítica tendemos a tener actitudes como de desprecio ante el crítico literario como un escritor de segunda. Pero yo creo que a la postre su labor es una actividad importante, aunque invisible, porque es el aire y el aire no lo vemos. No vemos el oxigeno, lo que vemos son las plantas, pero para que esa planta esté floreciente y muy verde se requiere además de agua y fertilizantes, el oxígeno que es lo que le está dando la crítica que permite respirar a las obras, que estén oxigenadas, que tengan su aire propio. Muchas veces la obra está ahí, pero hace falta el crítico para airear esa obra y el público se dé cuenta que ahí está una planta que vale la pena acercarse a ella.
S: Muchas veces el escritor se forma fuera de las aulas. ¿Sucede lo mismo con los críticos literarios?
E.E. No de una manera rotunda, porque el escritor puede prescindir de la institución universitaria para elaborar su obra. Claro que es un poco abstracto, porque de alguna forma la educación universitaria va dándole un nivel del manejo de la lengua, sobre todo lo digo pensando en ciertos textos franceses que he leído donde le dan importancia a la institución escolar para que un escritor opine sobre lo que sería el lenguaje literario.
Yo creo que ningún escritor mexicano actualmente puede decir que está totalmente al margen de lo que es la institución escolar. Porque sí hay una escolarización que de alguna manera tiene el escritor. No importa que digamos que Paz haya estudiado Derecho y sea de facto que se haya recibido. Pero digamos, sí hay una vinculación con la institución universitaria por indirecta que sea. Claro que en el crítico esto tiene que ser más, se nota más la vinculación con la universidad, porque hay sobre todo lo que se llama una crítica académica, que como el nombre lo dice, es una crítica que se hace en los cubículos que depende mucho del plantel que tiene una facultad o una escuela. Ignacio Trejo en su libro Faros y Sirenas, menciona que hay varios niveles: la crítica periodística, la crítica académica. Yo creo que hay lazos comunicantes entre ellas, porque luego mucha gente que está en el periódico también estudió en la universidad. También hay una creencia dentro de esa idea peyorativa de la crítica que la crítica universitaria o académica es demasiado mala, poco creativa, muy cuadrada. Lo cual llega a ser cierto, pero creo que no podemos descartar tampoco la crítica académica porque luego llega a haber muy buenos trabajos de este tipo.
S: ¿Crees que en la actualidad algunos creadores se alejan de la crítica literaria?
E.E. No sé, yo creo que muchos de los creadores siguen ejerciendo la crítica. Hace rato daba el ejemplo de Octavio Paz que está muy ligado a la práctica de la crítica; está su libro sobre Sor Juana, Las peras del olmo, Convergencias, que es un trabajo de crítica donde viene un trabajo sobre Borges, otro sobre Huidobro, en fin. Yo creo que el creador está muy abocado a la crítica. Y podemos citar otros ejemplos: Carlos Fuentes; de los más recientes, José Joaquín Blanco, que ejerce mucho la crítica, y para mí es más crítico que narrador. Es una de las críticas más viables, sobre todo hay que agradecerle al escritor que tiene sentido de la legibilidad, escribir textos que sean atractivos, que sean legibles pues, que no sean soporíferos.
Yo creo que ese es uno de los defectos que a menudo tiene la crítica académica, no toda ella, pero hay esa tendencia, y luego son unos tabiques donde no está el gusto por la escritura. Entonces, se vuelve una cuesta arriba recetarse esos tabiques y si a eso le agregas una sumisión colonial entre los grandes métodos literarios, entonces una metodología llega a ser muy abstracta y abstrusa, también muy cerrada y casi no hay diálogo con el lector. Se trata de una crítica ofuscada por su misma pretensión de rigor que es muy difícil que se lea. Entonces son especialistas que leen a los especialistas y esto tiene un lado medio onanista y negador del diálogo, yo creo que sí se debería estar alerta contra eso. Como críticos académicos, debemos tratar de escribir como los periodistas. Eso es lo bueno que tiene el periodismo, el contacto inmediato con el lector, y saber que tienes que ser legible, digerible en lo que digas por abstracto que sea o por complicado; tratar de presentarlo de una manera accesible al lector y que le esté diciendo, que esté tocando los nervios del lector. Eso es lo bueno que tiene que tratar de detectar el crítico, es decir lo importante de un texto, qué es lo destacable, de noticia, para no perderse en cosas que son parrafadas inútiles y que no llevan a nada.
S: ¿Cuáles crees que sean las obras "imprescindibles" para todo estudiante de letras?
E.E. Para mí, un gran autor al que yo le tengo una adoración infinita es Borges. Para mí Borges sería como el "imprescindible" de este siglo, tanto por su labor en la poesía, la narración y, sobre todo, en el ensayo. Yo diría que es el autor al que hay que estar regresando constantemente, porque hay siempre una gran lección de estilo. Muchas veces cuando leo algo que me parece flojón entre jóvenes escritores, mi recomendación es recétate a Borges. Es como el gran..., para mí, el máximo ejemplo en estilo, de la prosa sobre todo, como ejemplo de concisión y de economía. Con Borges me ha pasado algo que nunca me ha pasado con otros escritores, que puedo leer un articulillo de dos páginas y parece que leí veinte, logra apretar de tal manera el lenguaje que uno se queda con la sensación de haber leído algo de diez páginas y no, son dos o tres.
Bueno, luego habría que mencionar a muchos otros, Neruda es imprescindible; con su gran dificultad, Vallejo también me parece un escritor al que hay que estar regresando constantemente, no sólo al poeta sino también al crítico que es Vallejo en sus crónicas.
Siento que es un gran autor que todavía está descubriéndose y tiene mucho que decimos, justamente por la dificultad nos obliga a interpretarlo. Me parece que es de los autores que han ido quedando en el siglo XX.
Y bueno Octavio Paz, me parece que es una obra fundamental, independientemente de sus posiciones (que me llegan a parecer antipáticas). Pero yo creo que es un genio de la lengua. Y hay que volver a él siempre. Es un caso parecido al de Borges, la gran lección de estilo que hay en él.
S: ¿Y en lengua extranjera?
E.E. El lugar común sería Eliot. Escritor que por alguna razón lo han tocado más, incluso, revisando las revistas literarias mexicanas de la primera mitad de este siglo, vemos que en toda ella casi es imprescindible una traducción de Eliot. Quizá por su perspectiva de escritor católico, qué sé yo, que es también un clásico al que hay que estar regresando. Y en lengua francesa, sería Rimbaud, para mí es uno de los escritores fundamentales. Otro de los clásicos es Valéry.
S: Volviendo al tema de la crítica ¿cuáles serían los teóricos imprescindibles?
E.E. En nuestra lengua la obra de los críticos está asociada a la obra de los creadores. Ahora la bronca es cómo llegar a obras críticas no escritas por creadores y que son muy importantes, y no encuentro mucha producción, no así como clásicos, como inevitables...
En lengua francesa para mí Roland Barthes sería un ejemplo del crítico que no es un creador, Barthes no tiene una obra de creación en el sentido tradicional del término, no hay un Roland Barthes poeta, es decir, que tenga una obra de poesía, pero si un creador dentro de la crítica que es él, que siempre tuvo la capacidad para darle un tono personal a todo lo que él escribía, digamos que permitía regresar a la acepción inicial de que la crítica requiere de ese "yo" en acción, que asume personalmente, que arriesga un juicio creador y que no se escuda en la impersonalidad de la ciencia. Bueno, yo creo que Barthes sería un ejemplo de crítico estructuralista y que él mismo se negó a eso, incluso, recuerdo en una entrevista que le hicieron en esa época, la época del estructuralismo son los años sesentas, el decía: el hombre estructuralista no puede durar, es simplemente un episodio en la historia de las ideas, con eso estaba dando a entender: "somos estructuralistas en este momento, pero no nos vamos a quedar ahí, estamos cambiando constantemente".
S: Desde la perspectiva que nos has planteado de la crítica ¿qué opinas, por poner un ejemplo de crítica reciente, de la antología de Christopher Domínguez?
E. E. Por principio parece un trabajo notable, lo es por la envergadura del proyecto, porque significa hacer un recorrido por lo que ha sido la narrativa mexicana del siglo XX. Es un proyecto titánico que merece aplauso. Pero por otro lado ya cuando uno comienza a tratar de hallar el hilo conductor en esta antología, siento que hay defectos muy fundamentales y que es una obra apresurada en muchos aspectos, con vacíos, incluso con errores de información en otras partes. Tengo la impresión de que la generación a la que Christopher Domínguez pertenece tiene una gran prisa por hacer las cosas, el ansia de triunfar es tremenda en este mundo caníbal y competitivo; en el capitalismo en el que vivimos, hay que hacerla desde chico y no parar en los medios, y creo que eso es un poco lo que siento en esta antología: ese apresuramiento por ser el gran crítico.
Pero creo que el buen crítico es como los buenos vinos, que requiere también de un tiempo, todo en la vida requiere de un tiempo para que madure, para que adquiera una consistencia adecuada, y yo siento que Christopher hizo una antología muy apresurada, que muchos de sus juicios son demasiado sumarios, y lo que es peor muchas veces no ha leído las obras, sino que ha leído lo que dicen otros críticos; entonces eso se convierte en un gran defecto porque justamente lo que yo espero de una antología como la de Cristopher Domínguez, es una posición de una nueva generación. La posición de una nueva generación ante la novela de la Revolución, ante los ateneístas, ante la generación de Taller, etc. Porque es obligado que cada generación, quieran o no, va tener lentes nuevas, perspectivas nuevas para ver una misma realidad. Y ahí me decepciona Christopher, porque veo que más bien recicla antiguos juicios. Cuando aborda la novela de la Revolución mexicana, lo que hace es traducir lo que escribió Antonio Castro Leal en su antología de lo que es la novela de la Revolución; y así nos podemos ir, cuando llegamos al caso de Carlos Fuentes, le dedica todo un capítulo a él, cita las opiniones de algunos críticos, hace el favor de mencionar las criticas que yo he hecho a Carlos Fuentes, se lo agradezco, pero al fin de cuentas no veo cuál es la voz de Christopher. Cita a Krauze, a Joaquín Blanco, a un gran número de críticos en tomo a Fuentes, pero en parte es porque él no tiene nada personal que arriesgar.
Está bien ya tomaste en cuenta lo que dice la crítica y ahora tú qué opinas, porque tú eres otro crítico. Luego ese es uno de los defectos de nuestros críticos, basarse en lo que otros han dicho pero basarse unilateralmente. Yo quiero que se basen en lo que otros han dicho, pero que agreguen lo suyo, le ha pasado incluso a Emmanuel Carballo. Cuando él describe a la generación del Ateneo la define con las palabras con que Martín Luis Guzmán define a su generación, hay algo ahí que no me satisface del todo. Bueno, entonces qué es lo que está aportando Carballo, lo que dice Martín Luis Guzmán es muy acertado, pero hay que agregar algo a lo que ya se dijo. De otro modo: más vale jubilarse desde pequeños.
Número 1 Abril-Junio 1993 (Revista de Literatura Scriptorium)
No hay comentarios:
Publicar un comentario